Las primeras semanas de adaptación fueron difíciles, pasé diez días metida en la cama, sin fuerzas para nada, me seguía encontrando enferma y tenía los típicos síntomas de embarazo, mareos, ganas de vomitar, cansancio y mucho sueño. Mentalmente confundida, a la puertas de tomar la decisión más importante de mi vida. Con mi casa en Roma y a pocos días de acabar mis vacaciones, el tiempo corría en mi contra y tenía que tomar una decisión. Escuché los consejos de la gente que más me quiere, le dí mil vueltas a la cabeza hasta que por fin dejé las inseguridades y todos mis miedos a un lado, seguí el camino que me pedía el corazón. Notifiqué en el trabajo que estaba embarazada y automáticamente me dieron de baja. Volví a Roma con mi amiga Laura para empaquetar todas mis cosas en cajas y mudarme de vuelta a Madrid. Imaginaos cómo me encontraba para hacer una mudanza! Se me hacía cuesta arriba, no sabía ni por dónde empezar. Sólo quería dormir y comer helado de zabaione (yema de huevo, azúcar y vino dulce). Gracias a ella y a otro amigo italiano, Stefano, pude vaciar mi casa por tercera vez en un año.
"TWO ROADS DIVERGED IN A WOOD, AND I- I TOOK THE ONE LESS TRAVELED BY, AND THAT HAS MADE ALL THE DIFFERENCE"
No hay comentarios:
Publicar un comentario