viernes, 17 de octubre de 2014

Vuelta a la realidad

Después de 36 horas de viaje llegué a MadridComo tantas otras veces a la vuelta de mis viajes, mi madre me esperaba fuera del aeropuerto, esta vez no era como todas las demás, llegaba embarazada y teníamos mucho de que hablar. Entrar en mi casa, ver a mi perra, tumbarme en mi cama, nunca antes lo había valorado tanto.


Las primeras semanas de adaptación fueron difíciles, pasé diez días metida en la cama, sin fuerzas para nada, me seguía encontrando enferma y tenía los típicos síntomas de embarazo, mareos, ganas de vomitar, cansancio y mucho sueño. Mentalmente confundida, a la puertas de tomar la decisión más importante de mi vida. Con mi casa en Roma y a pocos días de acabar mis vacaciones, el tiempo corría en mi contra y tenía que tomar una decisión. Escuché los consejos de la gente que más me quiere, le dí mil vueltas a la cabeza hasta que por fin dejé las inseguridades y todos mis miedos a un lado, seguí el camino que me pedía el corazón. Notifiqué en el trabajo que estaba embarazada y automáticamente me dieron de baja. Volví a Roma con mi amiga Laura para empaquetar todas mis cosas en cajas y mudarme de vuelta a Madrid. Imaginaos cómo me encontraba para hacer una mudanza! Se me hacía cuesta arriba, no sabía ni por dónde empezar. Sólo quería dormir y comer helado de zabaione (yema de huevo, azúcar y vino dulce). Gracias a ella y a otro amigo italiano, Stefano, pude vaciar mi casa por tercera vez en un año.





Tras cinco días empaquetando cajas y regateando con la mafia italiana para que las llevaran de vuelta a Madrid, llegó el momento de despedirme de mi casa. Aunque me daba mucha pena dejar el ático donde vivía, situado en una calle de ensueño y con las mejores vistas de Roma, tenía 18 meses de baja por delante y no me podía imaginar lejos de mi gente estando embarazada.




"TWO ROADS DIVERGED IN A WOOD, AND I- I TOOK THE ONE LESS TRAVELED BY, AND THAT HAS MADE ALL THE DIFFERENCE"

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